En la historia de Cosecha Roja, hay un año que siempre recordaremos con especial cariño: 2012. Fue el año en que decidimos dar un salto audaz y explorar un aspecto fundamental del café que cambiaría para siempre nuestra forma de entenderlo y compartirlo. Ese año, tostamos nuestro primer batch de café de especialidad, un momento que marcó el inicio de nuestra verdadera pasión por el arte del tueste.
En aquel entonces, ya llevábamos tiempo trabajando en la selección de cafés excepcionales, buscando granos que destacaran por su calidad, origen y perfil de sabor. Sin embargo, sentíamos que faltaba algo. Queríamos ir más allá, no solo comprar café, sino también darle un toque único, una identidad que reflejara nuestra visión y compromiso. Fue así como nos adentramos en el fascinante mundo del tueste.
El tueste de café es un arte que requiere precisión, paciencia y un profundo entendimiento de los granos. En 2012, decidimos aprenderlo desde cero. Nos equipamos con una pequeña tostadora y comenzamos a experimentar. Los primeros intentos fueron, sin duda, un desafío. Ajustar la temperatura, el tiempo y el punto exacto de tueste para resaltar las notas de cada café no era tarea fácil. Pero cada error nos enseñaba algo nuevo, y cada pequeño avance nos llenaba de emoción.
El día que tostamos nuestro primer batch de café de especialidad fue un hito que nunca olvidaremos. Fue un momento de celebración, pero también de reflexión. Aquel café, con su aroma envolvente y su sabor equilibrado, nos demostró que estábamos en el camino correcto. No solo habíamos logrado resaltar las características únicas del grano, sino que también habíamos dado el primer paso hacia la creación de un producto que llevaría el sello de Cosecha Roja.
2012 fue, además, un año de descubrimientos. Aprendimos que el tueste no es solo un proceso técnico, sino una forma de expresión. Cada perfil de tueste cuenta una historia: habla del origen del café, de las manos que lo cultivaron y de las notas que queremos resaltar en cada taza. Nos dimos cuenta de que, a través del tueste, podíamos conectar con nuestros clientes de una manera más profunda, ofreciéndoles no solo un café, sino una experiencia sensorial única.
Ese año también nos enseñó la importancia de la paciencia y la dedicación. El tueste es un proceso que no admite prisas. Requiere atención constante, un oído atento a los crujidos del café y un olfato entrenado para detectar los matices del aroma. Fue un recordatorio de que, en Cosecha Roja, no buscamos atajos. Nos tomamos el tiempo necesario para hacer las cosas bien, porque sabemos que la excelencia no se negocia.
Pero 2012 no fue solo un año de logros técnicos; también fue un año de conexión. Comenzamos a compartir nuestros cafés tostados en pequeñas catas y eventos, donde tuvimos la oportunidad de escuchar las opiniones de nuestros primeros clientes. Sus sonrisas y comentarios nos confirmaron que estábamos construyendo algo especial. El café, más que un producto, se convirtió en un puente que nos unía a personas que compartían nuestra pasión.
Hoy, más de una década después, miramos hacia atrás con gratitud. 2012 fue el año en que tostamos nuestra pasión por el café, pero también fue el año en que entendimos que esa pasión no tiene límites. Cada lote de café que tostamos en Cosecha Roja es un reflejo de ese compromiso, de ese amor por los detalles y de esa búsqueda constante de la excelencia.
En Cosecha Roja, no solo tostamos café; creamos experiencias, historias y momentos que perduran en el tiempo. Y todo comenzó en 2012, el año en que decidimos que el café no sería solo nuestro trabajo, sino nuestra razón de ser.